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Soraya, amor no es olvido, de Marta Rodríguez y Fernando Restrepo

18

Ago
2016

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Soraya, amor no es olvido es la penúltima película de una de las realizadoras más importantes de su país, Marta Rodríguez, codirectora del mítico documental Chircales, una de las obras clave del cine político colombiano. Cultora del documental de observación que aprendió en sus estudios europeos -visiblemente influenciada por el cinema verité del francés Jean Rouch-, Rodríguez se acerca en este documental de 2006 -codirigido con Fernando Restrepo- al drama de Soraya Palacios, una “viuda del conflicto armado” colombiano, quien debió abandonar su tierra en Puente América (en el Departamento del Chocó) con sus seis hijos tras el asesinato de su esposo a manos de los paramilitares a fines de la década de 1990. Más allá de algunos informativos televisivos y una ocasional voz en off, Rodríguez y Restrepo dejan que Soraya y las imágenes y sonidos del lugar sean los que narren este drama familiar que es reflejo de miles y miles de historias similares de desplazamiento de familias de comunidades afrocolombianas de la región por culpa de los conflictos entre la guerrilla, el ejército y los paramilitares. Pero la dura historia de Soraya, quien vive hacinada en un barrio muy pobre de la ciudad de Turbo, tiene también momentos esperanzadores, ya que las cotidianas peleas por la supervivencia y por el reconocimiento a su situación se mezclan con el color y los sonidos -provenientes en muchos casos de los chicos- que dejan en claro las distintas formas posibles de la resistencia política, social y cultural. Pero más que nada es el amor por sus hijos la que la hace sacar fuerzas donde otros renunciarían. Y Rodríguez y Restrepo captan a la perfección ese complejo universo que puede resumirse en un rostro. Por Diego Lerer, de OtrosCines.com, para Retina Latina

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