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Perfil de festivales: Mar del Plata (Argentina)

20

Oct
2016

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Si bien recién va por su 31ª edición, el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata nació en 1954. Más allá de su historia marcada por épocas de esplendor y otras de crisis, es uno de los pocos en el mundo de categoría “A” y desde hace ya varios años ha encontrado un perfil bastante definido que le permitió recuperar el prestigio perdido. Dialogamos con Marcelo Alderete, programador del evento desde 2009, para conocer detalles de la muestra, cuya nueva edición se realizará del 18 al 27 de noviembre. festival-cine-mar-del-plata Otros Cines: ¿Desde cuándo es programador de Mar del Plata y cuál era su experiencia previa en el oficio?
 Marcelo Alderete: Empecé en el festival de Mar del Plata en 2009, luego de trabajar en el BAFICI desde su primera edición en 1999. Antes de eso era empleado en una productora de cine publicitario, donde conocí a Rosa Martínez Rivero, quien después llegaría a ser productora del BAFICI y hoy en día es una reconocida productora de películas. Por entonces, Rosa trabajaba en Mar del Plata y un día, sabiendo que a mí me gustaba mucho el cine, me llamó para trabajar en un nuevo festival que recién empezaba y que con el tiempo se iba a llamar BAFICI. Tuve una reunión con Andrés Di Tella, que duró como mucho dos minutos, y me dió el trabajo. Es decir, si hay que culpar a alguien de que yo todavía esté por acá dedicándome a esto, es a Andrés (y a Rosa, claro). En ese primer año, con la excepción de los cargos más jerárquicos, todo el mundo hacía un poco de todo. Por motivos inexplicables, resulté bueno haciendo un trabajo horrible que es el de tránsito de copias (print traffic en inglés), que es encargarse de que las copias de las películas lleguen a tiempo de un país a otro. En ese entonces el 90% de los films eran en 35mm (cajas cuadradas con un peso que variaba entre 25 y 40 kilos) con todo lo que eso implicaba a nivel organizativo. Y ahí me quedé, alternando con otros trabajos por fuera del festival para poder sobrevivir. En algún momento, gran parte del equipo del BAFICI se fue a trabajar a Mar del Plata y empecé a relacionarme con los dos festivales. Después llegaron Flavia de la Fuente y Quintín (Eduardo Antín), después Fernando Martín Peña. Y yo seguía haciendo ese trabajo. Recién en 2009 Sergio Wolf me ofreció otro cargo, ser coordinador de la artística del festival. Justo ese mismo año hubo muchos cambios en Mar del Plata y ahí me ofrecieron ser programador. Mis años en BAFICI fueron muy felices, pero muy duros en otros aspectos (sobre todo el económico) y además -odio las comparaciones futbolísticas, así que sepan disculpar- me sentía como un jugador que estaba siempre en el banco de suplentes y nunca sale a la cancha. Hice todas las inferiores en el BAFICI y me terminé yendo a jugar para otro equipo. Ahora que escribo esto, pienso que quizá ya fueron demasiados años dedicándome a los festivales. No sé. Toda esta historia para decir que cuando llegué a Mar del Plata, ya conocía la mecánica del trabajo de programador, algo que, por otro lado, tampoco es ninguna ciencia. O.C.
: ¿Cuántos programadores tiene el festival y cómo se dividen el trabajo? M.A.: Somos seis programadores, más José Martínez Suárez (presidente) y Fernando Martín Peña (director artístico). No nos dividimos el trabajo como a veces ocurre en otros festivales en donde alguien se ocupa del cine nacional, otro de Latinoamérica y así. Creo que hay divisiones tácitas dadas por los intereses de cada programador, pero, como te decía, nunca fue algo hablado o estructurado, simplemente se fue dando. La persona clave para que esto no se transforme en algo caótico es nuestro coordinador, Fernando Arca, quien tiene que lidiar con todos nosotros. O.C.
: ¿Tenés una idea aproximada de cuántas películas ves por año para el festival?

mardeplata3M.A.: En algún momento supe llevar la cuenta y anotar todo lo que iba viendo, ahora trabajamos con una database que nos permite ver, votar y anotar ahí nuestras opiniones sobre las películas, esto hizo que deje de anotar en una libretita todo lo que miraba. Es una cifra demencial, sin duda. Pero menos demencial que la cantidad de películas que se producen cada año. Además, como a uno le gusta ver películas, para descansar del trabajo a veces voy al cine. Prefiero no dar una cifra, primero porque no la sé y segundo porque me asustaría saber cuántas horas de mi vida las dedico a ver películas. Esa frase que dice que hay que tener cuidado con lo que se desea porque se te puede cumplir, es muy cierta. Aunque no me quejo, al contrario. O.C.
: ¿Cuál es el perfil (o los perfiles) de un festival como Mar del Plata? M.A.: En tu pregunta ya está parte de la respuesta. Mar del Plata tiene varios perfiles. Creo que hoy en día, todos los festivales están yendo para ese lado. Es muy difícil juntar 200 películas, o más, y creer que todo ese bloque de títulos puede ir para un mismo lado. Al principio del BAFICI pudo haber sido así, o los primeros años de Rotterdam. Basta ver cómo son esos festivales hoy en día para darse cuenta de que las cosas cambiaron. Si te fijas en las secciones y formas de programación de los festivales más grandes de la actualidad, verás que son todos muy similares. No creo que esto en sí sea un problema. A veces se quieren inventar cosas que responden más a otras necesidades que a mejorar la calidad del festival y que a veces, incluso, poco tienen que ver con el cine. 

 O.C.
: ¿En qué ha mejorado y en qué aspectos se ha consolidado la programación de Mar del Plata en las últimas ediciones?
 M.A.: Que en esta variedad de perfiles que mencionábamos se logró un nivel muy alto en cada uno de ellos. Tuvimos retrospectivas de mucho interés, invitados importantes en el cine actual, un público que acompaña mucho y no sólo en las películas más accesibles, sino también en otras que uno nunca imaginaría verlas en salas llenas, a veces con entradas agotadas. La sección de Super 8 es todo un evento, ¿Cuántos festivales tienen un espacio así? Y en las medianoches pasa algo similar. Esa variedad me parece hermosa y muy necesaria. Algo bueno que está ocurriendo cada año más es que la gente relacionada con otros festivales y críticos quieren venir al festival. Ni hablar de algunos cineastas que hoy nos tienen como prioridad para mostrar sus películas. Si uno ve la historia de los festivales, va a notar que siempre pasaron por altas y bajas. Mar del Plata desde hace unos años está pasando por un muy buen momento.   O.C.
: ¿Cuáles son los ejes, las prioridades y las razones de ser de un festival como Mar del Plata? Mar de plataM.A.: No sé si me corresponde a mí responder eso. El Festival de Mar del Plata es un evento enorme y yo soy solo una parte de toda una estructura. Como simple espectador de festivales, que en algún momento lo fui, lo mejor que tienen es la posibilidad de acceder a una cantidad y variedad de cine que es imposible ver en la cartelera actual. Inclusive con una cartelera que es infinitamente superior a la de hace no muchos años atrás. Suspender la vida diaria por una semana y dedicarse a ver cine casi exclusivamente para mí sigue siendo un placer insuperable. Y en los festivales, además, uno se encuentra con otra gente que también comparte ese placer ¿Qué puede haber mejor que eso? Darle placer a los espectadores, esa debería ser la razón de ser de los festivales. O.C.
: ¿Hacia dónde crees que se irán orientando los festivales en los próximos años? M.A.: Hacia dónde van los festivales es un misterio. Cada vez hay más, eso sí. Creo que hay festivales todo el tiempo, o me da esa sensación. Antes las películas tenían una vida comercial diferente. Hoy, a los seis meses de haber sido estrenadas en algún festival, ya están disponible en algún formato o se puede conseguir de alguna manera. Eso hace que, con cierta parte de la programación, la que se ocupa del cine actual al menos, se trabaje en tiempos más concentrados. Los festivales siguen ofreciendo una parte social que no se repite en ningún lugar. Creo que eso los mantiene con vida. En relación al cine nacional, creo que las películas durante los festivales son tratadas de una manera (salas llenas, presentaciones, interés de la prensa) que después difícilmente se repita en el estreno comercial, algo que siempre es muy duro para la mayoría de las películas. Acompañar de esa manera a los directores y a las películas me parece una función necesaria de los festivales. Es muy duro, sobre todo para los realizadores más independientes, que después de tanto tiempo de trabajo, su película sea exhibida sin algún tipo de contención y ese cuidado es algo que se encuentra casi exclusivamente en los festivales. Hay una parte con la que cada vez estoy más en contra, a pesar de también fomentar, y es todo lo relacionado con la necesidad de premieres de todo tipo y exigencias de exclusividad o estreno de las películas. Hace poco contacté un cortometraje y ya otro festival le había pedido la premiere argentina ¡Un corto! Con ese tipo de pedidos solo se logra que las películas se vean menos. Son reglas autoimpuestas y que solo les importan a los festivales. Ningún espectador en su sano juicio iría a ver una película porque en el catálogo diga que se trata de una premiere latinoamericana. Termina siendo algo de lo que no sale beneficiado nadie. Este es un tema que cada vez se está poniendo peor y a la mayoría de los programadores con los que hablo les parece normal. Otro problema grave son los agentes de venta internacionales, cada vez más poderosos, pero es un tema demasiado extenso. O.C.
: ¿Cuáles fueron tus momentos más felices, tus anécdotas más queridas en tu etapa en Mar del Plata?
 M.A.: En 2011 vino Victor Kossakovsky con su película ¡Vivan las antípodas!, que se dio en la apertura, pero también parte de la Competencia Internacional (algo que el festival suele hacer). La apertura fue en la sala Auditorium (casi 1.000 localidades) y obviamente estaba llena. La función estuvo muy bien, pero cuando se terminó Kossakovsky me preguntó en qué sala se proyectaba la película al otro día, le respondí que en la misma sala y se puso blanco; se enojó mucho y me dijo a quién se le ocurría programar un documental a las 9 de la mañana en una sala tan grande. Le dije que no se preocupara, que iba a haber gente, pero él seguía enojado y hasta preguntó por la posibilidad de cambiar de sala. Al otro día lo voy a buscar al hotel y caminamos juntos hasta el cine, los dos callados y cuando llegamos había una cola de gente tremenda y la sala se terminó llenando, que es lo que siempre ocurre con la Competencia Internacional (y con la gran parte de las funciones en el festival). Kossakovsky no lo podía creer y durante la presentación de la película, enfrente de todo el público, felicitó a los programadores diciendo que obviamente estábamos haciendo las cosas bien como para llenar una sala tan grande con un documental proyectado a las 9 de la mañana. Otros momentos felices del festival están relacionados con directores que admiro mucho y vinieron al festival como invitados especiales. Johnnie To, que para mí es uno de los grandes de la historia del cine, y Bong Joon-ho son dos artistas que admiro mucho y que hayan estado en el festival presentando sus películas es motivo de mucho orgullo. Con Bong pasó algo muy divertido, habíamos avisado que iba a estar presente al final de una de sus películas, pero hubo un problema con la proyección y calculamos mal el horario en el que se suponía que debía terminar. La película terminó, el público esperó un rato y Bong no llegó. mardePLa gente se empezó a ir, pero algunos fanáticos se quedaron esperando en el hall del cine. Finalmente, Bong llegó y terminamos con una parte del público tomado cerveza. No éramos más de diez en una mesa, charlando con Bong de cualquier cosa y sacándonos fotos. Los que estuvieron ahí no se lo van a olvidar jamás. Fueron muchos los momentos lindos de todos estos años, Claire Denis en su charla con el público arrancó hablando de Serge Daney y Jacques Rivette, Bertrand Bonello (otro de mis favoritos) presentando sus películas, Joe Dante y la ya mítica doble función en el Auditorium de las dos Gremlins, John Landis… todos nombres que también hablan de cierto perfil del festival, eso que hablábamos antes. O.C.
: ¿Cómo ves en general al cine latinoamericano hoy, qué méritos tiene y qué desafíos y riesgos enfrenta? M.A.: Es una pregunta complicada. Latinoamérica de por sí es una zona complicada. Y pensar en cada una de esas cinematografías, con cada una de sus respectivas políticas en relación a la actividad, etc., es algo que un poco me supera. Siempre habrá películas buenas e interesantes salidas de la región. A veces hay países que se ponen de moda, hoy en día es Chile, antes fueron México o Argentina y así. También siempre aparecen directores jóvenes e interesantes. Pero como te decía, la definición “cine latinoamericano” es demasiado amplia como para tratarla como un todo. En cuanto a los riesgos, son los mismos que los de otros lugares. Creo que los cineastas hoy manejan sus obras y filmografías como una carrera ascendente en la que tienen que hacer películas cada vez más grandes y se pasan años buscando plata en vez de filmar. Pero de nuevo, es un tema muy amplio y complicado. Algo que me gustaría agregar y que tiene que ver con esta charla, es el nivel y variedad que tienen algunos de los festivales de cine de la zona. No sé en qué otros lugares del mundo se concentren tantos eventos como Valdivia y Antofadocs en Chile, Lima Independiente y Transcinema en Perú, FICUNAM en México, Cine Radical en Bolivia, Olhar do Cinema en Brasil, el BAFICI en Argentina. Y nosotros claro. Tener todos esos festivales al alcance de la mano, todos ellos con propuestas arriesgadas y que en algunos casos luchan año tras año para seguir existiendo y creciendo, es todo un motivo de orgullo para los que pertenecemos a esta comunidad y compartimos esta profesión tan extraña. Por Diego Batlle, de OtrosCines.com, para Retina Latina

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