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Panorama del documental latinoamericano

13

May
2016

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Si bien América Latina tiene una larga tradición ligada al documentalismo (durante varias décadas con énfasis en lo político), en los últimos años -con la proliferación de la tecnología digital de bajo costo para filmar y editar- la producción fue creciendo y diversificándose de manera exponencial. Los planes de fomento que existen en cada país de la región (con líneas específicas para apoyar proyectos de no ficción) y el surgimiento de múltiples señales de cable y de servicios de Video on Demand (VoD) también ayudaron a ampliar la oferta. En ese sentido, el ciclo Panorama del documental latinoamericano que Retina Latina presenta este mes es una buena síntesis de la amplitud no sólo temática (películas sobre el fútbol infantil, la ecología y la supervivencia de los pueblos originarios, los estragos de la guerra, el pasado violento o la actualidad de los campesinos) sino también de estéticas, de estructuras narrativas y de puntos de vista a la hora de acercarse a distintos conflictos humanos. Quizás los dos documentales que más puntos en común tienen son El círculo, de los uruguayos José Pedro Charlo y Aldo Garay; y Querido Camilo, del costarricense Daniel Ross Mix, porque ambos reconstruyen sendas historias de vida de personas que sobrellevaron duros trances (un paso por la guerrilla en el caso de Henry Engler y la guerra de Irak en el de Camilo Mejía), y pasaron por las cárceles para luego reinventarse: como experto en medicina nuclear y como referente del movimiento pacifista, respectivamente. Son dos ensayos íntimos y desgarradores, pero al mismo tiempo concebidos con un rigor y un pudor envidiables. También hay valiosos elementos que unen a El último viaje con los hermanos, de la colombiana María Milena Zuluaga Valencia, con Espantapájaros, del mexicano Ricardo del Conde, ya que ambos films están ambientados en zonas alejadas por completo del “progreso” y se concentran en personajes marginados (unos hombres que explotan madera en la selva de Darién en Colombia; y un campesino solitario y sexagenario que se dedica a espantar los pájaros que intentan alimentarse con sus plantaciones, a cultivar arroz, a cavar y a ocuparse del ganado). En ambos casos, la precariedad de sus existencias está ligada con un muy delicado equilibrio en el medio ambiente. Si los relatos precedentes provienen de Uruguay, Costa Rica, Colombia y México, Argentina y su fábrica de fútbol, de Sergio Iglesias, nos acerca a un territorio y a un fenómeno bastante diferente (el negocio montado en torno a la selección, formación y los negocios con los niños, adolescentes y jóvenes jugadores), aunque el contexto es similar al de varios de los otros documentales del ciclo: la falta de oportunidades y la desesperación por salir de un entorno desfavorable llevan a muchas familias a aceptar condiciones de trabajo (y de vida) decididamente inmorales.

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