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Los reflejos en el café: cine latinoamericano en la Berlinale 2025

24

Feb
2025

En un café berlinés, tres voces conversan sobre cine latinoamericano. Entre tazas humeantes, emergen reflexiones sobre el tiempo, la memoria y nos invitan a cuestionar las sombras del progreso.

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Les planteo esta escena: un grupo ecléctico compuesto por una filósofa, un budista y un representante de un pueblo originario de América Latina. Su conversación tiene lugar en un café del barrio de Kreuzberg, en la Berlín actual, mientras la edición 75 de la Berlinale se lleva a cabo en las calles cercanas. El tema de su diálogo, al igual que las películas en competencia este año, no es solo el cine, sino la historia y las tensiones vivas que laten detrás de cada fotograma latinoamericano.

América Latina como Espejo: Las Contradicciones del Progreso

Las historias que emergen del cine latinoamericano en la Berlinale de este año se presentan en un contexto que nos ponen a pensar en las contradicciones de nuestra sociedad. A través de sus imágenes, estas películas descifran las fisuras del mundo moderno y nos recuerdan que América Latina ha sido forjada bajo la sombra de un desarrollo impuesto, ajeno a su pulso original. Tomen el caso de O último azul (Brasil, México, Chile, Países Bajos), ganadora del oso de plata del Gran Premio del Jurado dirigida por Gabriel Mascaro. Es una fábula sobre una mujer de 77 años que desafía su destino en una sociedad postindustrial deshumanizada. La gran belleza de esta película no solo está en la historia de Tereza, sino en cómo refleja un profundo dilema contemporáneo: la obsesión por la productividad y cómo los viejos sistemas nos obligan a ver la vida humana como un instrumento. ¿Quién podría estar más alineada con Silvia Rivera Cusicanqui, la pensadora boliviana que ha explorado las huellas del colonialismo, que una anciana rebelde que escapa hacia una selva casi mítica?

Aquí es donde interviene el budista. Con una taza de té verde en la mano, murmura: «El sufrimiento de Tereza no es solo el sufrimiento de una persona mayor; es el sufrimiento de quienes hemos olvidado que la vida no tiene que ser útil para valer. La idea misma de ‘productividad’ se convierte en un yugo moderno». El representante del pueblo originario responde con un tono agridulce: «¿Y quién mejor que América Latina para hablar de esto? Hemos sido colonizados no solo por imperios, sino también por las ideas de desarrollo y progreso. Somos el espejo donde Europa y Estados Unidos ven sus propias contradicciones.»

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Fotograma de O último azul (Gabriel Mascaro, 2024)

La Paradoja de la Memoria: Entre lo Inerte y lo Vivo

Mientras tanto, en la sección Forum, Bajo las banderas, el sol (Paraguay, Argentina, Francia, EE.UU.) de Juanjo Pereira,  que se llevó el galardón que otorga el Jurado Independiente de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (Fipresci), es quizás una de las obras más importantes de esta Berlinale. Es un viaje al corazón de los archivos olvidados del régimen de Stroessner, un recordatorio de que no hay nación sin memoria. Este documental es una llamada urgente a preguntarnos qué hacemos cuando el pasado parece estar a punto de evaporarse. ¿Lo salvamos? ¿O lo ignoramos? Justo ahora, donde la tecnología borra y archiva a partes iguales, esta película nos obliga a preguntarnos si no estamos haciendo lo mismo: relegando nuestras tragedias a un «archivo digital».

La filósofa, con mirada penetrante, interrumpe: «El colonialismo no terminó con las declaraciones de independencia. La dictadura del capitalismo sigue operando. Pereira no hace un documental político; hace un ejercicio espiritual sobre la pérdida. Y ese es un acto revolucionario, porque desafiar la amnesia es enfrentarse al vacío». El budista asiente con calma: «El vacío es el lugar donde podemos reconstruirnos. Pero ¿quién tiene hoy en día el coraje para mirar dentro?»

Voces Indígenas: ¿De quién es el tiempo?

Quizás uno de los elementos más radicales de este festival sea el protagonismo que la Berlinale ha dado a las voces de los pueblos originarios. Películas como Neayai Kooiye (Ecuador), dirigida por Jimmy Piaguaje, Ruta de la sal (Ecuador, Perú) de Ediberto Gualinga, o Akababuru : expresión de asombro (Colombia)  de Landa Yagarí,e Irati Dojura, esta última obtuvo la Mención Especial del jurado en la categoría Generation Kplus,  no solo cuentan historias, sino que desafían la misma idea de cómo se narran esas historias. En lugar de imitar al cine occidental, estas películas expresan narrativas circulares, donde el tiempo no avanza linealmente, sino que fluye como el día y la noche.

El representante del pueblo originario recuerda las palabras de su abuelo en una noche de yagé. «Quien olvida la danza de los ríos y el murmullo de los árboles queda atrapado en la ilusión del tiempo. El universo no tiene borde, solo retorno». El budista, tras un breve silencio, añade: «Tal vez la crisis del mundo empieza cuando alguien intenta retener el tiempo, sin saber que solo fluye para volver a sí mismo.».

La Belleza del Tiempo y la Urgencia del Mundo

En la ópera prima El mensaje (Argentina, España), dirigida por Iván Fund y ganadora del Premio del Jurado, encontramos otra dimensión de los temas de interés en el cine latinoamericano. Fotografiada en blanco y negro, esta road movie sigue a una niña con el don de comunicarse con animales, acompañada por una pareja de adultos cuya naturaleza exacta se mantiene ambigua. Más allá de la trama, lo que resuena es esa profunda ternura entre los personajes, quienes se cuidan mutuamente no con palabras ni gestos sentimentales, sino con una práctica cotidiana de supervivencia y empatía.

Un sonido interrumpe la conversación en el café. Una cuchara cae al suelo, vibrando brevemente antes de quedar inmóvil. Un niño, sentado con su madre en una mesa cercana, la observa sin recogerla. Su atención se desliza hacia la puerta, donde un perro callejero se acerca a la mesa. Por un instante, parecen entenderse. La madre sigue inmersa en su teléfono, ajena a la escena. El niño, con un gesto apenas perceptible, empuja un pedazo de pan hasta el borde de la mesa, dejándolo caer sin prisa. El perro se acerca, lo toma con delicadeza. El budista exhala y murmura: «Tal vez la ternura sea lo único que escapa a la urgencia del mundo.»

Fotograma de El mensaje (Iván Fund, 2024)

La Pregunta Final: ¿Qué Nos Enseña el Cine Latinoamericano en la Berlinale?

La filósofa observa el reflejo distorsionado de la ciudad en la superficie de su café. «¿No es curioso?» dice, girando la taza apenas un poco, dejando que la imagen se desarme y recomponga. «En el cine, los personajes hacen lo que la vida nos niega: se detienen, desobedecen, se encuentran….»

El representante del pueblo originario asiente. «Nuestras historias son semillas que el mundo no quiso dejar crecer. Si las contamos una y otra vez, es porque aún buscan abrirse paso entre la piedra.»

En la mesa del café, la conversación se extingue en el murmullo de la ciudad. Afuera, la luz de los semáforos tiembla sobre el pavimento mojado, marcando un ritmo que nadie parece cuestionar. Una mujer cruza la calle con prisa, su reflejo desvaneciéndose en un charco que se fragmenta bajo los pasos de un hombre de traje. Un grupo de turistas ríe en la esquina, posando frente a un muro de grafitis donde se lee, en un trazo casi borrado, la palabra «libertad».

Dentro del café, la filósofa mira su taza ahora vacía y la inclina lentamente, dejando que la última gota se deslice hasta el borde. La gota tiembla, a punto de caer, pero se aferra un instante más. El representante del pueblo originario observa el gesto y luego desvía la mirada hacia la ventana, donde la ciudad sigue su curso sin notar su existencia.

Afuera, un cartel luminoso anuncia la próxima gran retrospectiva de cine latinoamericano. 

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