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Los posibles caminos del cine colombiano

29

Feb
2016

Si el punto de partida fuera estrictamente predicar de La Playa D.C., La Sirga, Alguien mató algo, Este pueblo necesita un muerto y La desazón suprema una idea general del cine colombiano, a pesar de la inconmensurabilidad estética entre cada uno de los títulos citados habría una mínima evidencia de que sí existe un patrón que conecta esos films.

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Ciclo: Cine colombiano A la pregunta “¿Qué es el cine?” se la puede responder de muchas formas. La primera respuesta canónica y característica de un sentido común globalizado consiste en apelar al concepto de un arte que debe contar historias, respuesta plausible pero incompleta. En efecto, gran parte del cine puede circunscribirse a esa voluntad de narrar, pero no todo el cine se restringe necesariamente a fabricar relatos en tres actos. El cine puede ser una forma de intensificación de la percepción, una máquina popular de exploración del mundo, en definitiva, un arte libre en invención permanente nacido como una necesidad física y científica de atrapar el movimiento en su duración. Cada respuesta es correcta y todavía se podrían aportar otras. Más difícil consiste en decir qué es el cine seguido de una adjetivación que aluda a un territorio y le confiera una inquietud por su nacionalidad. ¿Qué es entonces el cine colombiano? En principio, el cine como tal es constituido por miles de películas, y es en la suma de miles de ejemplos que se posibilita agrupar expresiones parecidas y diferentes, y así entonces divisar formas y temas que en última instancia singularizan modos de hacer cine. En otras palabras, es casi imposible –aunque el fervor nacionalista lo requiera– decir qué es el cine colombiano y si existe por consiguiente una zona de intersección que nacionalice las expresiones cinematográficas de cientos de directores que comparten una lengua, una historia y una Historia en común. Si el punto de partida fuera estrictamente predicar de La Playa D.C., La Sirga, Alguien mató algo, Este pueblo necesita un muerto y La desazón suprema: retrato incesante de Fernando Vallejo una idea general del cine colombiano, a pesar de la inconmensurabilidad estética entre cada uno de los títulos citados habría una mínima evidencia de que sí existe un patrón que conecta esos films. Un espectador sensible y atento podrá encontrar en La desazón suprema: retrato incesante de Fernando Vallejo los temas capitales que se repiten luego en las otras películas, una selección escueta pero representativa de una cinematografía nacional. Sucede que en el magnífico retrato del gran Luis Ospina sobre el iconoclasta escritor (y también cineasta) colombiano Fernando Vallejo se alcanzan a ver todos los tópicos que atraviesan el resto de las películas. Ya el inicio, en el que se escucha a Vallejo enumerando los males de su país, podría funcionar como un identificador simbólico del resto de los films y sus propósitos narrativos por desarrollar: el cristianismo, el infinito padecimiento de una guerra vinculada al narcotráfico y la iniquidad en el seno de una sociedad (no sólo representada por los que más tienen y menos tienen, sino también por la brecha entre los que gobiernan y son gobernados) se repiten directa o indirectamente en cada uno de los relatos. En lo que difieren cada una de las películas es en sus poéticas. Aun así, la sofisticación formal de La Sirga y la duración de sus planos está en sintonía formal con la elegancia de El abrazo de la serpiente y algunos fragmentos de La Playa D.C., tres películas recientes del cine colombiano en las que se percibe una ostensible evolución estética de una cinematografía nacional. En estos tres títulos, acaso, se pueda adivinar el futuro mediato del cine colombiano, que está más allá de candidaturas al Oscar y de haber pasado en los tres casos mencionados por el prestigioso festival de Cannes. La virtud estética y la pertinencia conceptual de esas películas resultan independientes de esos contextos de legitimación. Valen por sí mismas y suman para seguir preguntándose sobre el cine colombiano en particular y el cine en general. Por Roger Koza, de OtrosCines.com, para Retina Latina

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