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«Hacer cine con les niñes tiene que ser un juego» Álvaro Adib.

12

Ago
2021

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Álvaro Adib: Fundador de La Casa del Árbol.

LA CASA DEL ÁRBOL

La Casa del árbol es un espacio para el encuentro entre ciencia, arte y tecnología. El equipo utiliza las nuevas tecnologías, el arte y la producción audiovisual, como pretexto para la creación de vínculos educativos que permitan construir conocimiento a partir del diálogo con niños y niñas. La pantalla es su lienzo, su superficie para plasmar ideas, sueños y reinvenciones del mundo que les rodea. Es su territorio de experimentación y su medio para compartir experiencias y aprendizajes. Desde su fundación en 2014, La Casa del Árbol ha organizado actividades en forma independiente, en asociación con otras instituciones y por encargo para empresas e instituciones públicas y privadas.

RL: ¿Cómo ven ustedes la importancia de involucrar a los niños y niñas como productores de contenidos, en lugar de que sean simplemente los destinatarios?

Álvaro Adib: Niñas y niños son productores de contenidos desde hace ya bastante tiempo. Nos guste o no lo que producen. Es un efecto social del desarrollo tecnológico que democratizó de forma explosiva el acceso a los medios de producción de contenido audiovisual. La pregunta que nos plantean contiene otras preguntas, pero tal vez la principal es ¿para quién es importante? Desde nuestro punto de vista es importante que niñas y niños puedan acceder al lenguaje audiovisual como medio de expresión artística y de comunicación. Que puedan exponer ideas, sueños y fantasías en una pantalla así como lo hacen desde hace mucho en el papel, el barro, el cuerpo o un instrumento musical. Es curioso como no nos preguntamos cuál es la importancia de que un niño dibuje o baile, pero sí nos cuestionamos que pueda hacer una película. Pero el hacer una película tiene un aporte educativo mayor y es que involucra necesariamente a otres, nos obliga a negociar ideas y su puesta en práctica. Eso está claro que es una experiencia a la que solo acceden quienes participan de la creación de la obra. Sin embargo, como sucede con el arte en general, la puesta en circulación de la obra es lo que la culmina. En ese punto es que se hace importante que los contenidos creados por niñes encuentren canales de difusión que les otorguen la importancia que merecen, que amplifiquen esas miradas y discursiones sobre el mundo desde sus perspectivas. No para emular la lógica del cine adulto y su narrativa del “autor” sino para entender que les niñes miran y recrean el mundo de otras formas mucho más colectivas y colaborativas.

RL: ¿Cuáles son los principales desafíos de producir contenido audiovisual con niñas y niños?

Álvaro Adib: Pasa que hay muchos tipos de contenidos con niñes. Una cosa es un trabajo de taller donde la obra es claramente el resultado de una experiencia educativa atravesada fuertemente por lo lúdico. Otra es una película pensada por un equipo adulto pero protagonizada por niñes. Y otra es un producto pensado junto a niñes pero con línea editorial adulta. En todos los casos hay desafíos técnicos y narrativos mínimos que deben alcanzarse. Se tiene que ver, escuchar y entender, por decirlo de una forma clara.

Pero luego de eso hay desafíos específicos para cada caso planteado.

En el primero de los casos, donde Cuack! es un ejemplo elocuente, el principal desafío es salir del individualismo. Cada vez es más recurrente el niñe que llega a un taller plantado en una visión de sí mismo como genio creador. El imaginario youtuber, le decimos nosotres. Hacer todo solo y ganar fama. Cuanto mayor es el niñe más fácil es que llegue con esta idea.

Pero sucede que es una idea fuertemente establecida en el mundo del arte. La idea de “El Creador y su obra” impregna todo el accionar artístico. Y cada vez desde más temprano. Es muy fácil escuchar valoraciones artísticas de la producción estética infantil (dibujos, música, danza). Como si ninguna de estas actividades pudiera simplemente hacerse por el placer de hacerse sin ser valorada como “Arte”. Esa necesidad adulta embarra la cancha. El principal desafío es lo que Omar Rincón plantea de forma brillante: aprender a ceder el poder de enunciación.

RL: ¿Y cuáles son los principales beneficios, en términos de la producción?

Álvaro Adib: Pasa que hay muchos tipos de contenidos con niñes. Una cosa es un trabajo de taller donde la obra es claramente el resultado de una experiencia educativa atravesada fuertemente por lo lúdico. Otra es una película pensada por un equipo adulto pero protagonizada por niñes. Y otra es un producto pensado junto a niñes pero con línea editorial adulta. En todos los casos hay desafíos técnicos y narrativos mínimos que deben alcanzarse. Se tiene que ver, escuchar y entender, por decirlo de una forma clara.

Nuestro taller de cine está muy atravesado por el juego, es principalmente juego. Y entendemos que esto permite que la imaginación no se cristalice mediatizada por lo que debe ser una película, así identificamos como un gran beneficio de las producciones resultantes que las historias son fantasiosas, libres, genuinas y lúdicas. Tienen una frescura, por momentos caótica, propia de las infancias en acción, jugando. En la pantalla se puede ver que el juego atravesó la narrativa, la escenografía y la actuación.  Eso nos encanta y queremos que siga existiendo.

También hay mucha creatividad para resolver las ideas del grupo y eso nos hace estar, como adultes, en permanente búsqueda de soluciones. No todo se resuelve igual, no tenemos métodos cerrados, y tratamos de que el grupo de niñes tome la mayor cantidad de decisiones técnicas también, por lo que para nosotres es un constante desafío y aprendizaje.

A su vez, cuando las infancias espectadoras visualizan este tipo de producciones hechas por sus pares, sienten que también pueden hacerlo, que es posible hacer una película, un corto, una ficción, un videoclip o un documental desde sus propias realidades, intereses y encima jugando. Les es posible imaginarse como realizadores, no es un horizonte lejano. Esto es un beneficio muy valioso que también se desprende de la producción.

RL: ¿Ustedes imaginan que la producción tradicional hecha por adultos podría incorporar más a niños y niñas en la producción de alguna manera? ¿Cómo sería?

Álvaro Adib: El hecho de que haya niñes no hace que las producciones sean para niñes. Este es el primer comentario que despierta esta pregunta.

La producción tradicional audiovisual está atravesada por los valores del mercado. Y si hay algo que defendemos y no deseamos es la profesionalización de les niñes. En La Casa del Árbol insistimos en la idea de que jugamos a hacer películas. Ese es el espíritu de nuestro taller de cine. No queremos formar nuevos productores. Si eso sucede en un futuro, tal vez tenga algo que ver con nuestro trabajo. Pero probablemente esa influencia pase por el disfrute de la experiencia creativa en ese período de la vida donde lo único importante debería ser jugar.

Antes de pensar en la incorporación de más niñes en la producción tradicional está la pregunta de para qué hacerlo y desde qué lógica. Incluir niñes se puede siempre, el tema es qué infancias queremos representar y qué lugar queremos darles. Tener más programas o películas donde les niñes son tratados como objetos ornamentales no aporta nada. Más bien resta. Sería bueno un aumento en el volumen de producción de calidad para niñes. Y esta idea de calidad está enlazada a la consideración de les niñes como sujetos de derechos. Sujetos con la capacidad de comunicar con claridad sus ideas, opiniones y visiones de mundo. Entonces, si vamos a incluir niñes es para conocerles, no para adornar nuestras ideas. Deberían ser nuestros consultores durante el desarrollo, nuestros dibujantes a la hora de hacer una escenografía, nuestros asesores a la hora de escribir un guión. Pero ojo, nunca se debe transformar en el trabajo del niñe. Jugar es una actividad sagrada y es la actividad a la que debería dedicarse siempre más tiempo durante la infancia. Hacer cine con les niñes tiene que ser un juego y si no sabemos o no estamos dispuestos a jugar podemos seguir haciendo contenidos para adultes.

Más sobre Álvaro Adib

Es fotógrafo y estudió Antropología en la UdelaR, Uruguay. Se formó como documentalista en la Universidad Popular de Madres de Plaza de Mayo. Alvaro es Especialista en Educación Artística por el Centro de Altos Estudios de la OEI y diplomado en Educación y Medios por FLACSO Argentina. Integró el equipo de televisión participativa de TVciudad y fue docente en la Universidad de la República. Desde La Casa del Árbol produce contenidos audiovisuales infantiles, talleres de educación artística y actividades de formación para docentes. En 2019 obtuvo el apoyo de la Agencia de Investigación e Innovación para la creación de Plataforma CdA, una propuesta de streaming especializada en infancias. En 2020 participó del conversatorio sobre Contenidos colaborativos en nuevos medios, organizado por la Dirección de Audiovisuales, Cine y Medios Interactivos del Ministerio de Cultura de Colombia. Ha sido jurado de selección para el Festival Comkids 2021 en SP, Brasil y Ojo al Piojo 2021 en Rosario, Argentina. En 2021 fue seleccionado por la Fundación Ojo de Pescado (Chile) para el 2º Seminario Internacional de Producción Audiovisual Infantil “La Infancia quiere Cine”.

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