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Daniel Rodríguez Risco: la fábula del silencio que golpea en “Cuadrilátero”

5

Jun
2025

Este 12 de junio Cuadrilátero irrumpe en las salas de cine del Perú: un duelo doméstico donde lo absurdo cotidiano se vuelve poesía visual y las preguntas laten en cada silencio.

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“¿Cuántos integrantes puede soportar un hogar antes de volverse ring?”
Con esa provocación —a medio camino entre la sátira y la pesadilla— el cine de Rodríguez Risco abre su último combate cinematográfico. Su obra, al filo de lo fantástico, hurga en los pliegues de la familia y la soledad con el bisturí del silencio: la palabra casi no existe o se vuelve sospechosa; son los objetos, los gestos y los encuadres los que narran lo indecible.

Trayectoria del director

Economista de formación, educador y empresario académico antes de cinéfilo confeso, Daniel Rodríguez Risco (Lima, 1959) encontró en la Tisch School of the Arts de la NYU el laboratorio para pulir una inquietud artística que ya había cosechado premios en Clermont-Ferrand y Cartagena con sus primeros cortos, El colchón y Triunfador.

Su filmografía alterna incursiones comerciales —del thriller El vientre a la taquillera No estamos solos— con piezas más radicales como El acuarelista, el mediometraje Trilogía Muda y, ahora, Cuadrilátero. Festival tras festival (Montreal, Friburgo, Fixion Fest, Chicago Latino Film Festival), su nombre se ha vuelto sinónimo de riesgo formal y humor oscuro dentro del cine peruano contemporáneo.

Trilogía Muda: tres cuentos sin voz

Uno: un artista arrastra un colchón que pesa tanto como su duelo amoroso.
Dos: un hombre se arranca un diente de oro persiguiendo la riqueza.
Tres: un niño intenta encajar la pieza que falta en el rompecabezas emocional de su madre.

Rodríguez Risco recompone sus propios cortometrajes y los ata con un hilo rojo —literal— de intertítulos mudos y música de Selma Mutal. El resultado es una parábola tripartita que hace homenaje al cine silente y tensiona el realismo mágico con un blanco y negro salpicado de destellos de color. Los objetos-símbolo (colchón, diente, pieza faltante) cargan el peso moral de cada relato y revelan cómo el director convierte la carencia de palabras en densidad emocional.

En la quietud de sus encuadres, el espectador lee la codicia, el desamor y la incomunicación con la misma claridad con la que observa los zapatos embarrados que contrastan con un salón impecable. Además de ser un experimento de forma; es también la tesis de que el silencio, bien orquestado, puede hablar más alto que cualquier diálogo.

Fotograma «Trilogía Muda»

“Cuadrilátero”: la familia en guardia alta

El 12 de junio llega a salas de cine peruanas “Cuadrilátero”, historia de una madre que decide negar la existencia de su quinto hijo para conservar la simetría de “cuatro lados, cuatro personas”. La casa se vuelve celda: closets, baúles y marcos aplastan visualmente a los personajes, mientras cada uno rota su propia desaparición para que nunca coincidan cinco a la vista.

Con una paleta monocromática y encuadres que encajonan a los cuerpos, Rodríguez Risco estira la premisa de su corto “Cuellos almidonados” hasta el límite del absurdo. Hay humor negro —un bebé oculto en un armario—, pero también una parábola feroz sobre el individualismo y la desigualdad: quien sobra, literalmente, no existe.

En diálogo con Trilogía Muda, el filme mantiene diálogos parcos y simbolismos físicos (el número cuatro, el espacio cerrado) para subrayar la violencia tácita que brota en las fisuras del hogar perfecto. Así, Daniel Rodríguez Risco, con Cuadrilátero refuerza la coherencia de un autor que hace de la familia un campo de batalla moral.

Fotograma «Cuadrilátero»

Temas recurrentes

La familia como campo de batalla

Desde la madre posesiva de El vientre hasta la maniática Adriana de Cuadrilátero, la domesticidad es trinchera donde se libran guerras de poder y pertenencia.

El silencio como lenguaje narrativo

El director confía en miradas, objetos y música para exponer traumas que las palabras apenas rozarían.

La marginalidad como espejo social

El hijo ignorado de Cuadrilátero o el artista errante de Trilogía Muda encarnan a los que quedan fuera de un sistema demasiado estrecho para la diferencia.

Mirar las películas de Rodríguez Risco es entrar en un espejo deformante donde el absurdo desnuda verdades incómodas: la obsesión por el orden, la violencia velada en la familia, el precio de la ambición. Trilogía Muda ya puede verse en Retina Latina; Cuadrilátero invita a la sala oscura a preguntarnos cuántos silencios soporta un hogar antes de estallar. Queda la invitación: dejarse incomodar, reír a medias y descubrir en el cine latinoamericano un reflejo crítico —y necesario— de nuestras propias paradojas.

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