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Lima

Alias “La Gringa”, de Alberto Durant

julio 14, 2016 by Retina Latina 2 comentarios

Las películas de fugas, como las de robos de banco y aventuras en altamar, tienen un atractivo inevitable: los hombres se conmueven con mayor facilidad si se trata de vindicar la libertad, vencer el rigor de la supervivencia y experimentar el espacio “infinito” del océano como un posible sentido de lo ilimitado. Alias “La Gringa” tiene tres fugas y el mar es un protagonista secundario relevante; falta el atraco a la paradigmática institución del capitalismo, aunque en una escena tardía se insinúa una acción de ese orden.

La historia que cuenta Alias “La Gringa” está inspirada en Guillermo Portugal Delgado, un especialista en fugas que alguna vez se escapó de un correccional vestido de mujer y luciendo una peluca rubia; la penitenciaria en cuestión estaba ubicada en una isla llamada El Frontón a siete kilómetros de la costa peruana. El film de Durant se apropia del personaje, aunque en la ficción el nombre del recluso es otro, Jorge Venegas.

No es el único cambio respecto de la referencia que inspira el relato; este culmina con un motín que evoca al que tuvo lugar el 18 de junio de 1986 en esa misma cárcel. En efecto, los miembros de Sendero Luminoso que aparecen en el film –organización a la que no se nombra– lucen más como una caricatura abstracta de una mentalidad revolucionaria y sus prácticas que un retrato preciso y crítico del grupo; lo mismo podría decirse de la milicia oficial del Estado (y los policías). Sucede que en el punto equidistante entre esos dos grupos enfrentados se sitúa la perspectiva del film, lugar de enunciación que además adquiere un heraldo directo del discurso a forjar: en el personaje de un lingüista progresista que descree del enfrentamiento armado, pero que ha sido encarcelado y enviado al sector carcelario de los grupos políticos en la isla, reside la ideología del film.

La extraña dialéctica que se establece entre ficción y realidad es fascinante; en 1991, momento de rodaje y finalización del tercer largometraje de Alberto Durant, la situación en Perú no era precisamente pacífica; el film, no obstante, consigue incluir paradójicamente el tiempo de su realización: por un lado, elude identificar con precisión a sus intérpretes, al no especificar en demasía la pertenencia de los personajes, protegiéndolos en la medida en que estos funcionan como entidades de un engranaje narrativo que respeta adecuadamente las reglas del género cinematográfico correspondiente. La amistad es aquí el valor decisivo: la relación que se establece entre el profesor y La Gringa, y la amistad previa que este último mantiene con un viejo amigo homosexual, recluido desde hace años en El Frontón, son los elementos dramáticos por antonomasia del relato, más determinantes que la relación entre La Gringa y su abnegada novia, que acepta las peripecias de su enamorado.

Al mismo tiempo, cada vez que Durant ubica su registro en las calles de Lima, como en la primera fuga o en el desenlace, la excesiva violencia social de Perú –como lo dice un taxista– es un dato contundente. Lo mejor del film se esboza siempre en su poética del espacio. Los exteriores y los interiores de la unidad penitenciaria, como todos los planos de Lima, son fundamentales. Hay allí una dimensión clandestina, documental; el escenario es el mensaje. He aquí su mayor eficacia política.

Por Roger Koza, de OtrosCines.com, para Retina Latina

Archivado en:Reseña Etiquetado con:Amistad, Fugas, Lima, Violencia

Perfil de festivales de cine: Transcinema (Perú)

mayo 13, 2016 by Retina Latina Dejar un comentario

El panorama de los festivales en Perú ha cambiado radicalmente en los últimos años, con la aparición de varios pequeños pero novedosos eventos que buscan entregar al público de ese país acceso a un cine que no llegaría de otra manera a sus pantallas. Con tres ediciones consecutivas realizadas desde 2013, Transcinema es uno de estos nuevos eventos con sede en Lima. Dirigido por John Campos Gómez, presenta alrededor de 100 películas -entre cortos, medios y largometrajes, no hay distinción de categorías aquí- para más de 5.000 espectadores por edición que se reparten en las cinco salas de exhibición que tiene la muestra que se caracteriza como de “no-ficción”..

“El festival se gesta en agosto de 2012 -cuenta Campos Gómez-. En un inicio, como entusiasta idea de un grupo de profesionales del cine (críticos, realizadores y productores) que no veía en las pantallas limeñas el cine que más los estimulaba. Estaba casi todo por hacerse por lo que decidimos dar el paso de gestionar un nuevo festival de contenido más radical sin saber qué sucedería. Desde el concepto, decidimos no utilizar el término “documental” porque en Perú está relacionado con el de características reporteriles, sociales y televisivas. Era necesario proponer el término «no-ficción» para abrir el debate. ¿La no-ficción a qué se refiere exactamente? Lo bueno es que no se refiere a nada con exactitud sino que amplía su entendimiento a todo cine no canónico, que transita las estéticas del documental, la ficción, el cine experimental o simplemente ofrece una propuesta con un lenguaje completamente autónomo. Un cine que se sacude de cualquier saco de contención.”

Transcinema cargó desde su inicio con el mote de dedicarse al “cine raro” y ahora se lo vincula con “lo político”, explica su director, para quien esas definiciones no reflejan el espíritu del festival. “Si bien nuestra selección oficial está dedicada al cine de no-ficción, nuestro programa es generalista y cada sección tiene su propio peso y personalidad-. Intentamos que no haya secciones periféricas sino que todas tengan material atractivo pasible a ser programado en el horario estelar de la sede principal. Intentamos hacer el festival más horizontal posible.”

Es un festival que, en cierto sentido, se hermana con otros de Latinoamérica. “Admiramos mucho las propuestas del BAFICI, FICValdivia, FICUNAM y algunas secciones de Mar del Plata -agrega-. Son todos eventos más grandes y reconocidos que el nuestro con quienes hemos entablado una rápida relación de afinidad de criterios. Estructuramos nuestros eventos de distinta manera, pero estamos en la misma búsqueda de celebrar un cine audaz, radical, auténtico y crítico. De todos modos, creo que no nos parecemos a ningún otro festival en Latinoamérica”.

¿Qué tiene que tener una película para ser material de Transcinema? Campos Gómez lo expresa claramente. “Más que a «lo nuevo», que se suele relacionar con la novedad, lo reciente, nos abocamos a buscar películas que se rebelen a los anquilosamientos formales y temáticos. Para ello, tenemos dos criterios fundamentales: experimentación con el lenguaje y desacomodo formal, por un lado, y que logren generar empatía con el espectador a través de una anécdota potente, por la irreverencia de un personaje o mediante un abordaje original que se rebele a cualquier atisbo de solemnidad.”

Transcinema se presenta como una vidriera hacia otro tipo de cine en Perú, en medio de un panorama que está mutando en los últimos años. “El cine peruano está pasando un momento particular -analiza-. Ahora se distinguen distintos tipos de cine en cuanto a su producción: el muy comercial, el que se realiza con fondos públicos, el cine de autor de baja intensidad dramática, el de género realizado en el interior del país, el de guerrilla que rehuye a los temas importantes, los cortometrajes-ejercicios de jóvenes realizadores y, en menor medida, el universitario o de escuelas. Se está comenzando a ver hacia adentro y no tanto al gran panorama festivalero internacional, lo cual me parece muy bueno y auténtico. Es un cine que comienza a hablar de su propio contexto, a diferencia de mucho del cine argentino, brasileño, mexicano, chileno y colombiano que siente la imperiosa necesidad de la validación europea. Creo que un cine autóctono, libre de sellos for export, no tiene por qué contradecir la idea de universalidad.”

Pensando en el futuro de Transcinema, analiza que “si tuviéramos un millón de dólares por edición, invitaríamos a todos los directores, los alojaríamos en un hotel 5 estrellas, les daríamos de comer de lujo y nuestro equipo cobraría muy bien. Nuestro criterio no se supedita al presupuesto, no obstante sí es fundamental estar cómodos en lo logístico para poder trabajar sin tantos contratiempos. De crecer, nos gustaría que fuese de esa manera. Y para que eso suceda debemos consolidar el sostenimiento económico del festival, gran reto para cualquier proyecto independiente que no negocia sus contenidos con intereses de terceros. Transcinema es principalmente un manifiesto político que se expresa a través de un grupo de películas incómodas y estimulantes. Nuestro público lo entiende así y nos acompaña cada vez más.”

Por Diego Lerer, de OtrosCines.com, para Retina Latina

Archivado en:Noticias Etiquetado con:2007, cine independiente, festivales de cine, Lima, Perú

Días de Santiago, de Josué Méndez

abril 8, 2016 by Retina Latina Dejar un comentario

Días de Santiago fue para Perú lo que Pizza, birra, faso (1998) fue para el Nuevo Cine Argentino: una película que daba cuenta de un cambio generacional y que en cierto modo impugnaba la estética cinematográfica precedente, además de constituirse como una aproximación seca y lúcida al presente político peruano del momento de su estreno. Si uno quiere entender los efectos de la política neoliberal llevada adelante en la década de 1990 por Alberto Fujimori y sus consecuencias tardías, este es el film para estudiar.

La notable ópera prima de Josué Méndez sigue los días de Santiago Román, un excombatiente de la Marina de Guerra que no logra insertarse en el mundo civil después de luchar contra el narcotráfico y el terrorismo a mediados de la década de 1990. Sin apelar al psicologismo, es el propio cuerpo del protagonista el que expresa un trauma y una violencia social enmudecida. El comportamiento es el discurso. Los gestos y la incomodidad corporal revelan la palabra de angustia del soldado.

Lima luce aquí como un campo de batalla diferido, y la yuxtaposición entre los recuerdos de combate y la vida actual de Santiago, acompañada por una decisión estética particular sobre cómo el film pasa del color al blanco y negro, enfatiza la confusión perceptiva del personaje y su inadecuación al presente.

Méndez elige a Santiago como el centro del relato, pero lo rodea con habilidad de representantes de tres generaciones que giran alternativamente alrededor de la vida de su personaje: los excombatientes que, como Santiago, no consiguen hallar un espacio en el orden social, la generación precedente –la de sus padres–, abatida y embrutecida por la lucha por sobrevivir, y la generación posterior a la suya, cuya máxima aspiración pasa por encontrar variaciones de placeres fugaces sin otro horizonte existencial que no se exprese en un hedonismo intrascendente. El mayor mérito del film estriba en situar el padecimiento de su personaje (y las peripecias de los secundarios) en un contexto social que tiene una historia y una política que lo ordena; a ninguno de los personajes les resulta ajeno.

La nostalgia por la adrenalina en el combate (entrevista en algunas secuencias de entrenamiento casi rituales y en los recuerdos que a veces comparte con amigos) es correlativa en la conciencia de Santiago a su repertorio de imperativos por fundar un orden para su propia vida personal y doméstica (la recomposición de su matrimonio organizando la totalidad de las tares semanales) y por encarar una carrera terciaria (y dejar de trabajar como taxista sin permiso). El film se encarga de exhibir los impedimentos que conlleva esto último si el aspirante carece de recursos.

Para una película como Días de Santiago el hallazgo de un actor a la altura de las circunstancias es indispensable. Los esfuerzos tan fallidos como insistentes de Santiago por contener su iracundia permiten el lucimiento del intérprete. El estereotipo del soldado paranoico y traumatizado propio de este tipo de personajes es evitado por Pietro Sibille con una admirable entereza. Ni abuso de gestos ni exhibicionismo dramático; la elegancia dramática consiste en restar expresiones y trabajar con lo necesario. Lo de Sibille es notable.

Una de las grandes películas latinoamericanas de la década pasada, capaz de trabajar frente a la sordidez de su relato sin la característica explotación de la mayoría de las películas del género, sostenida en una precisa lectura sociológica según la cual la violencia no responde a un estado de naturaleza sino que, más bien, despunta en un orden económico que envilece a las criaturas inmersas en él.

Por Roger Koza, de OtrosCines.com, para Retina Latina

Archivado en:Inicio, Reseña Etiquetado con:Alberto Fujimori, birra, faso, Lima, Mundo civil, Pizza

Antítesis, de Iván Antonio D’Onadío Muñoz

abril 8, 2016 by Retina Latina Dejar un comentario

Un hombre que vive solo en Lima contrata a una señora para que lo ayude en la limpieza de la casa, algo que la mujer parece hacer muy bien. La comunicación entre ambos es mínima hasta que un día al hombre -un escritor, aparentemente- se le rompe el lápiz que está usando y le pide uno a la mujer, que los tiene al lado. Ella, discretamente, se niega a hacerlo. “No quisiera”, le dice. Y la situación se va repitiendo, por similares motivos, varias veces, lo cual confunde al protagonista, que no sabe si tomar alguna medida o no hacer nada al respecto. Finalmente sabremos un poco más a qué se debe la respuesta de la mujer en este corto sencillo, pero contundente que, casi sin moverse del interior de un departamento, logra crear un mundo y una extraña relación entre empleada y empleador que se escapa de los parámetros convencionales para acercarse, si se quiere, a una resolución un tanto más espiritual y misteriosa.

Por Diego Lerer, de OtrosCines.com, para Retina Latina

Archivado en:Reseña Etiquetado con:Casa, Lima, Limpieza, Misterio

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